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Esquizofrenia Instalación

Instalación Esquizofrenia

       Existe cierta proximidad entre el arte, el genio creativo y la enfermedad mental, presente en casos de numerosos artistas. Tras las teorías psicológicas de Sigmund Freud, los temas del subconsciente, como los sueños o la locura, empezaron a crear cierto interés.
Muchas corrientes artísticas, como el surrealismo, el expresionismo o el dadaísmo buscaron inspiración en los símbolos y temáticas ocultas en el subconsciente, así como la originalidad y variedad de los mismos.
      Este proyecto se focaliza en los efectos de los trastornos mentales, escogiendo entre ellos la esquizofrenia como campo a tratar. Antes que nada, cabe explicar en qué consiste:
      La esquizofrenia es un diagnóstico psiquiátrico que consiste en una serie de trastornos mentales crónicos, como conductas anormales, falta de percepción de la realidad o alteración de la misma.
      Los síntomas más frecuentes son las creencias falsas, pensamientos poco definidos o confusos, alucinaciones auditivas, reducción de las expresiones emocionales e inactividad.

      La idea consiste en reflejar los efectos mentales de este trastorno en el espacio que abarca una sala, jugando con sombras proyectadas a modo de delirios visuales, y efectos audiovisuales que reflejen la paranoia y las alucinaciones auditivas que pueden llegar a experimentar en un brote de psicosis.
      El espacio de intervención será una sala rectangular, y en el corazón de esta situaremos un proyector y un pequeño carrusel con dos fuentes individuales de luz, del que colgarán una serie de figuras de cartulina, algunas con forma más definida, y otras más distorsionadas. En la pared central, hallada frente a la puerta de entrada, se plasmarán una serie de imágenes y vídeos; mientras que las paredes laterales estarán reservadas a la proyección de sombras emitidas desde el carrusel. En cada una de las 4 esquinas de la habitación, colocaremos unos altavoces, cuyo sonido, en ocasiones, estará relacionado con los vídeos e imágenes que muestra el
proyector.
      Se escoge una sala cerrada y de tamaño reducido para reforzar ante el espectador la idea de estar encerrado en la cabeza de un paciente de esquizofrenia, creando una sensación oclusiva; una carencia de libertad que ayude a sumergirse en la obra y en las sensaciones a experimentar dentro de ese espacio.

      Cada elemento escogido para esta instalación tiene una función y un significado:

       El carrusel situado en el centro, hace girar las figuras bidimensionales que se hallan
suspendidas en él, y las dos fuentes de luz que posee, proyectan las sombras de dichas
figuras en las paredes laterales. Estas proyecciones, difusas y variables, representarían la
deformación de la realidad y las alucinaciones visuales que puede experimentar un esquizofrénico.

       El proyector, también situado en el centro, mostraría una serie de imágenes y
videos psicodélicos en la pared frontal, continuando el juego de las alucinaciones,
la paranoia, y siguiendo algunas de las órdenes emitidas por “las voces”, tales como la
agresión impropia y la autolesión.

       Los altavoces, que se hallaban en las esquinas de la sala, difundirían una serie de
ruidos y voces, desde gritos a susurros, que varían de lo placentero a lo desagradable.
Su posición está distribuida de esa manera para crear un efecto de sonido tridimensional,
que viaja y se transporta, que rodea al espectador y le hace sentir perseguido.
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